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Empecemos a hurgar…
Quiero una cerveza
Seguimos con los trucos de los jóvenes castores. Y ahora viene la parte que todos esperamos tras la ardua y tediosa planificación, empezar a andar, y lo mejor de todo, generalmente tienden hacia arriba los caminos. En la primera parte de la caminata, la frase más habitual es (a veces se exterioriza a veces sólo se queda en la mente de uno) «¡quién me ha mandado venir aquí con lo bien que estaría tumbado en la playa tomando una cerveza bien fría!«, mientras vas pasando caminos, veredas y trochas (son palabras que llevan a decir lo mismo) sin posibilidad de vuelta atrás. Se me había olvidado, una vez que empiezas una ruta está muy mal tirar la toalla, imagínate el qué dirán después en los foro de amistades, se muere con las botas puestas.
El Muro
Este momento de crisis se suele pasar cuando el cuerpo se acostumbra a la mochila (cuidadín con el peso de la misma) y las piernas asimilan lo que les viene encima. Es la fase de adaptación, donde has dejado la sociedad de consumo y te adentras en caminos donde el mayor consumo que vas a poder hacer es de agua, hasta ir al baño te hace pensar. Este paso le llamamos «el muro«, porque en ese período se te pasa por la cabeza de todo, sobre todo, aquel comentario de tu amigo tirado en el sofá viendo un partido de algo, y que te dice incrédulo, «¿y eso es necesario, subir para luego bajar?», si pasas el muro pasas a sentirte un héroe y comerte el mundo, a eso le llamamos los efectos de la endorfina.
Aclimatación
Tienes el objetivo señalado (aquella cumbre, aquel faro, aquel castillo, ese refugio), tienes la actitud, es posible que cuentes con la aptitud, y has pasado el muro, ahora sí puedo decirte que lo tienes chupado. Es cuestión de ir subiendo para aproximarte al objetivo, y eso consiste en pasar desniveles, hacer paradas para recuperar pulsaciones, mini aclimataciones, y seguir andando. Es lo que se llama en alta montaña, la aclimatación, ganar altura gradualmente y adaptar el organismo al medio ambiente en el que te mueves, que para el organismo es nuevo. En rutas normales por España, la aclimatación no es inapreciable, salvo algunas cumbres como el Teide, el Mulhacén (el que subiremos) o el Aneto que sí podrían dar cierto desequilibrio en el organismo aunque no es lo habitual.
La cosa se puede poner seria en situaciones superiores a 3.500 m, donde se recomienda dormir a no más de 300/350 m por encima de la altitud donde se pasó la noche anterior, aunque de día se alcancen cotas más altas, con el fin de aclimatarse progresivamente a ese nivel de oxígeno que requiere mayor esfuerzo y que puede ocasionar el llamado «mal de altura»; por eso se montan los famosos campamentos base, campamento 1, campamento 2, etc, para adaptar el cuerpo gradualmente. Cuando alguien quiere coronar un 8000, cada paso es un mundo, cada metro una eternidad, y ya no debe extrañarte aquella noticia que informa que un montañero abandona el intento del k2 a falta de 100 metros, esos 100 metros pueden que sean la línea que divide el éxito y el fracaso, pero también pueden convertirse en la línea entre la vida y la muerte.Más información
Mentalmente
Por eso, en la montaña es muy importante ser fuerte mentalmente.
Te dejo dos opciones para mejorar esa fortaleza mental…
Aquí mi libro “Subiendo España”, 52 historias despeinadas de trekking sobre un proyecto en montaña basado en hechos reales.