➡ Subiendo España es mi primer libro. Descarga una muestra.➡
EMPECEMOS A HURGAR
«A un niño no le importa ser pequeño porque es pequeño»
«Un adulto cree que por hacerse grande deja de ser pequeño»
Obcecado por volver a pintar el mundo a través de sus lápices de colores, un pensamiento que me persiguió la primera noche de estancia en Katmandú (Nepal).
…porque a un niño de 7 años puede emocionarle que un pez en forma de globo, al abrir la ventana, se encuentre con el Everest; pero a un niño de 3 años le emociona ya bastante que un pez en forma de globo abra la ventana.
En la vida, crecer es saberse pequeño, y que esa pequeñez se agarre al tiempo.
Paseos por la plaza Durbar. Parece el título de un libro, tampoco era la sinopsis de una película, fue el sentimiento en las primeras 24 horas en la capital de Nepal. El caos de Katmandú enredaba con los niños que sostenían cometas, dentro de campos vallados, repletos de basura y malditos roedores.
La sensación que me invadía por la sangre es que aquella infancia se teñía en blanco y negro. – ¡Lápices de colores para los niños del Nepal!– pedía a gritos en mis sueños de aquella noche. – Tengo que colorearles un mundo mejor -.
Qué sencillo es todo cuando uno aún tiene capacidad de asombro
…las personas son como los colores, diferentes pero ninguno mejor que otro. Pero no podemos equivocarnos, no te engañes. Los colores son diferentes, por tanto, no son iguales. Las personas solemos diferir, es complicado encontrar alguien igual que alguien, por eso la convivencia nunca será fácil. – La convivencia…¡fuera de aquí!. No eres de este episodio -. Pero un día tendremos que ponernos en serio, un episodio puede quedársele corto.
(Perdona. Continuamos). Los colores son diferentes. Las personas somos diferentes. Pero el tiempo es el mismo para todos, realmente lo que nos hace diferente a uno del otro, es cómo hacemos uso del tiempo. Ten claro el guión de tu historia, apuesta en esa dirección, y colorea tu historia. Carpe diem. Aprovecha el tiempo presente. No lo dudes.
Esa caja de lápices de colores te pertenece
En la cuarta etapa por el Himalaya, en Namche Bazar, en aquellas casas de adobe, los niños vivían y convivían en un pequeño espacio que hacía de salón, baño y cocina, un espacio que visitaban las corrientes de aire que se colaban por esas masas de barro.
No tenían nada más. Un cuaderno del cole y su madre. Su padre había fallecido en la montaña haciendo su trabajo. – ¡Quería lápices de colores para dibujarles otra realidad! -. Todo se me mostraba en blanco y negro.
Los sueños son como los colores, cada uno tiene el suyo, puedes decir que los demás son feos, habrá momentos en los que irás a por más de uno, pero habrá uno que durará para toda la vida, tomarás una decisión, y tendrás la sensación de no malgastar ni un segundo de tu vida en banalidades, que no te aportan ni nunca te aportaron, ya conoces tu dirección.
Crecer es, en cierto modo, una vuelta a la infancia
Tras 23 días en Nepal, otros tantos por el Himalaya, en el último de estancia en este entrañable país, a mi regreso, mi visión se volcó en otra dirección. Aquellos niños que sujetaban cometas en los campos vallados, sujetaban cometas de colores. – ¿Necesitaba de verdad una caja de lápices de colores? –
Aquellos niños de Namche Bazar no tenían nada más que un cuaderno, y los lápices de colores que les llevamos fueron suficientes para colorear su realidad. No tenían nada más porque no necesitaban nada más.
Los niños que me encontré bajando desde el collado Renjo La, jugaban en la plaza al lado de una fuente, y no tenían nada más que un balón pinchado marca «nisu» (por google no lo encontrarás, mejor no busques).
Ni móviles, ni consolas, ni game boy, ni ropa de marca, «ni no ni na«; aquellos niños jugaban con los 5 sentidos y, lo mejor, tenían capacidad de asombro para ver como un regalo cada momento, cada situación o cada cosa, Y SONREÍAN. Y nos hicieron sonreír.
Sólo hay que atreverse a volver a ser un niño
En ese momento, decidí que la última caja de lápices de colores no se quedaría en Nepal, tenían superávit de colores, y siempre contaban con las banderas de oración como almacén. Realmente en mi lugar de procedencia necesitaban esa caja mucho más.
Monté en el avión agarrando entre mis brazos aquellos lápices, estaba obcecado por reconstruir mi país con aquella última caja: eliminar las 20 notificaciones cada vez que nos levantamos y contemplar el amanecer, disfrutar en la comida sin las noticias sensacionalistas del momento, quedarme sin wifi, olvidarme de películas de héroes que no existen, y leerme un buen libro.
Luego me pregunté si alguien iba a estar interesado en que le contara la realidad, que el blanco y negro no son colores del Nepal. Y me dormí, me comentó mi amigo que no dejé de sonreír en el viaje, creo que llegué a soñar…no lo creo, soñé con los colores.
El deseo de juntarme de verde, de soñar en azul, de pedirle un baile al rojo, de ponerme amarillo de amor, de brindar en copas moradas y pasar la noche contigo, porque tú eres el último color que me falta para colorear esta historia que comenzó en blanco y negro.
Escrito por Fernando Camacho de Elsoplo
Aquí mi libro “Subiendo España”, 52 historias despeinadas de trekking sobre un proyecto en montaña basado en hechos reales.
Pincha en la foto para DESCARGAR EL TRACK del Everest Trekking. Nepal 2015
Colaborador: Marca deportiva de montaña +8000