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Empecemos a hurgar…
♣ Del Cantábrico al Atlántico ♣ Etapa 6 ♣ Hacia Ortigueira: 27 kms
En episodios anteriores: Estaca de Bares, De Viveiro a O Barqueiro, De San Ciprian a
Viveiro, de Foz a San Ciprian, de Ribadeo a Foz, Mochila de supervivencia y Motivos para viajar
Sinopsis: «De retratar cosas se suelen perder, de los acantilados de Loiba, prosigue con el mejor banco del mundo y concluye en Ortigueira tal como empezó este episodio»
Cosas que se suelen perder
Y en O Barqueiro me encuentro con escenas cotidianas del día a día. Cosas que en apariencia no se suelen retratar. Cosas que se suelen perder. Pero que me gusta inmortalizar. «Si lo sé pido media barrita y no entera». Fuera llueve. Como anoche. Y es verano. Sí, de esas cosas que lo único que puedo ganar es que me digan «¡qué pesadito estás con las fotos, Equis!, ¿¡Pero aún sigues contando lo del Camino del Mar con este frío!?. Pero no me importa lo que me digan. Eso lo he ganado con los años.
Y de esas cosas, se me presenta una playa de aquellas que pienso sólo existen en las películas de «La princesa prometida» y tal… la playa de Esteiro. Y la inmortilizo. Ahora espero las críticas sentado en un banco con vistas. No me ha salido muy cara la reserva. Estoy solo. Y cuelgo el cortavientos. Quiero ponerme mis mejores galas. Hoy debo conocer al mejor banco del mundo. Hablemos con propiedad, «the best bank of the world». Si sacaron adelante el «Black Friday por qué no esto
Acantilados de Loiba
Alrededor de un acantilado observo una cala inaccesible. Como todo aquello con lo que uno sueña sabiendo con certeza que es inaccesible. Y atravieso otra cala. ¡qué atractiva es!. Pero decido no entrar. Es igualmente inaccesible. Los acantilados de Loiba no permiten florituras. Vaya espectáculo para la vista. El tiempo acompaña para retraer al turismo a otros lugares más seguros. Y me encuentro con otro banco. Siempre ha soñado con ser el mejor banco del mundo. Pero no lo es. Si yo le contara lo que son los sueños.
Y con una Estrella Galicia de un chiringuito fantasma alargamos la conversación. Sabe que me tengo que marchar. Otro banco espera. Me dice que aquel es el mejor banco del mundo. Que le robó su cuento.Y yo me digo qué hago hablando con bancos.»
El mejor banco del mundo
Y una señal me dice que estoy cerca. Seguro que también te ha ocurrido a tí alguna vez. Ves una señal tan clara que te lanzas. En mi caso, un letrero en una mesa indica la dirección del banco. Aquí intuyo que existe una buena relación entre las cosas materiales, buen rollo diría. Y como cuando das tu primer beso, o comienzas tu primer día de trabajo, o inicias aquel viaje, algo pasa por mi interior. Ahí está el mejor banco del mundo. Frente a frente. Sin tapujos. El tiempo revuelto permite este encuentro a solas. «Hola, yo soy el Pez Soplo. Te presento a Equis». Congeniamos. Me presenta su horizonte y sus acantilados de Loiba. Hacemos buenas migas. Llega un «japo», ¡¡¡no!!!!. Son varios. ¡Qué digo! Es un bus de japoneses. Por dios. Te escribiré. Adiós. Me largo a Ortigueira. Y es lo que duró nuestro encuentro.
Todo es relativo
Cerca, no muy lejos. Otro banco. Más inaccesible. Parece que está puesto en la punta del acantilado a modo de advertencia. Advertencia para que no me olvide hablar de él. Para que no me olvide escribir que «lo mejor» es muy relativo. Tranquilo. Yo suelo transitar por caminos catalogados como inaccesibles. Me acerco un poco más. Me siento. Te encontré tarde y sin querer. Así suceden las mejores cosas de la vida. La luz me indica que es hora de marchar. Y me despido de mi mejor banco del mundo. Todo en la vida es muy relativo. Empieza a anochecer. Hace frío. Me siento raro. Yo diría extraño. Por un lado como en casa. A su vez, extranjero. E inicio mi camino final hacia Ortigueira.
Hacia Ortigueira
Y ahora mis pasos recorren caminos realmente sinuosos. Las curvas se van presentando. Realmente es el cansancio que no me deja ver el camino correcto. Al fondo contemplo el destino de mañana. El cabo de Ortegal. Antes paso playas de ensueño, vuelve a salir el sol, y llego a Ortigueria. Termino el día retratando de nuevo escenas cotidianas, un plato de raxo con patatas y un cerveza, tal como se inició este episodio. «Menos mal que no he pedido dos raciones, ¡qué barbaridad de plato!». Galicia calidad. Lo dicho, tal como empezamos. Porque son escenas y cosas que se suelen perder. Mejor retratarlas e inmortalizarlas cuanto antes. Nos vemos en la próxima viñeta, ¿hecho?.
En el próximo episodio, las aventuras nos llevarán al Cabo Ortegal, pero esta es una historia que deberá ser contada en otro momento.
Aquí mi libro “Subiendo España”, 52 historias despeinadas de trekking sobre un proyecto en montaña basado en hechos reales.
Del Cantábrico al Atlántico
#8 Hacia Ortigueira
Escrito por Fernando Camacho
Colaborador: +8000
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