➡ Subiendo España es mi primer libro. Descarga una muestra ➡ Aquí para suscribirte a «La AdventureLetter», la newsletter de naturaleza más divertida de internet que va directa al intelecto. Ajustemos cuentas. La historia es la siguiente. A mi me gusta dibujar mapas. No lo hago bien. Pero me gusta. Prefiero escribir. La verdad. En ese mapa me encontré ubicado este sábado en el Refugio de Cotos. Mes de junio. Año 2020. El del Covid. Este refugio se encuentra al lado de una estación de tren. La de Cotos. Dicen que una vieja estación casi olvidada. Como la canción. Porque el trayecto es caro y porque es la última parada de tren. Pero aquí de lo que te olvidas es de la realidad. Aquí se puede acabar todo. Y se puede iniciar todo. |
🔵 Ese atardecer de Siete Picos. No necesitas más. Nada más🔵

Parque Nacional de Guadarrama
Bueno.
Que eso. Que prefiero escribir.
Y este es un lugar perfecto para ello.
Hay lugares donde puedes descansar de esa tarea casi imposible de buscar sentido a la vida.
Y entender que ya está. Que ya estás.
No es necesario moverse para disfrutarlo.
En la Cantina del refugio te sirven desayunos, comidas caseras, tapas, y donde uno prepara el cuerpo para lo que viene. Si quieres que venga.
Y si estás rebelde, te pones a escribir como yo.
Y lo que te decía. Sí. Me gusta dibujar mapas.
Pero que no cuenten con un tesoro como botín.
Muchos tesoros. Mejor así.
Soy de los que prefieren no llegar jamás a la cumbre. O llegar lo más tarde posible.
Que se llegue disfrutando con cada paso.
Pasos que el Covid nos ha devuelto multiplicados en su valor.
El refugio de Cotos es un lugar ideal para disfrutar de un paseo por el Parque Nacional del Guadarrama. O de una jornada de montaña, escalada, senderismo.
O simplemente de tomarte una cerveza bien fría y de las buenas, en un tardeo natural, no sé si existe esa fusión de término.
Dejémoslo en tardeo en la naturaleza.
Viendo ese atardecer de Siete Picos. Y no necesitas más. Nada más.
Porque hay silencios que solo se pueden romper con el silencio.

Parque Natural de Peñalara
Esto es lo que quiero explicarte con el titular de cómo disfrutar del Refugio de Cotos, aunque no te levantes del sillón de la chimenea.
Pero vamos.
Que yo sí suelo levantarme del sillón de la chimenea. Y cuesta.
Y que no alcanzo las cumbres es también verdad. Supongo que por eso dibujo tan mal.
Pero ojito. Suelo llegar a las buenas. A las más bonicas. A las que me propongo.
Y cuando tengo un mapa mental, una cumbre difícil y un tesoro es cuando encuentro un equilibrio en todo esto. Me obliga a moverme. A ser un alma aventurera.
Porque lo que envejece el alma es estar parado entre espacios vacíos.
Una de esas cumbres bonicas, muy cerca de Madrid, es el refugio de cotos.
Y cuando llega la noche.
Alcanzo ese cuaderno llamado «Historias cortas de chimenea» del proyecto «Subiendo España a un libro«, me acerco al fuego y espero a que todo vuelva a tener sentido.
Leo y transcribo una de las historias…

Erase una vez un reino donde el héroe fue sustituido por un aventurero (mucho cuento ya el suyo), el duende y las hadas por vacas y un perro llamado Mika (la rana ya es pasado)… ¡y vaya! lo peor…que la princesa llegaba tarde. Que con ese frío no salía.
Es el mapa que tenía dibujado en su cabeza, y unos cuantos tesoros.
Y es cuando la princesa apareció al calor de la chimenea del refugio de Cotos. Rodeados de buenas conversaciones. Chorizo de Zamora, del bueno. Todo vuelve a tener sentido.
Fin. Plácidamente me duermo.
Ya solo se escucha el crepitar del fuego.
No hay nada más alto a nuestro alrededor. El frío es intenso. Estamos cansados, pero lo hemos conseguido. No nos hacen falta palabras. Ya no es necesario contar nada. Las montañas conocen la historia.
…la historia del Refugio de Cotos
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🎬Fernando Camacho para El Soplo – 18/06/2020
Que pena no haber coincidido. Llevo yendo desde la Fase 0, -con permiso como federado-desayunando, tomando birras y durmiendo allí para ver la luna llena desde Peñalara, la puesta de Sol y el amanecer en la Laguna de Peñalara en soledad absoluta, o en buena compañía.
Coincido con todo lo que dices. Y añado la hospitalidad de Carlos.
Ya coincidiremos, es un lugar para regresar sin pensarlo. Y Carlos, un crack. Te doy toda la razón. Hay que seguir así, siguiendo los pasos de lo no habitual, lo que marca la diferencia del tiempo vivido y el realmente disfrutado. Un abrazo. Fer. El Soplo