♣ 29-05-16 ♥ El Soplo ♦ Colaboraciones ♦
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La vida es hundirse o nadar…y yo no me hundiré por nada ni por nadie.
Todo aquel que sepa nadar que eche a volar y descubrirá que hay tierra en la profundidad
Desde pequeño las grandes gestas de los exploradores que subían altas montañas o exploraban territorios inhóspitos siempre me apasionaron y sabía que cuando creciera haría lo mismo, ahora he crecido y esta es mi manera de hacer un tributo a ese niño nadador que un día soñaba con cosas como esta.
En total, el reto consiste en recorrer a nado la distancia que separa la Isla de Tarifa, en Cádiz, hasta las proximidades de Punta Cires, en Marruecos, lo que implica una distancia de entre 10 a 12 millas náuticas (18,5 a 22 kilómetros), dependiendo de la influencia de las corrientes. Déjame que te cuente cómo cruzar el estrecho de Gibraltar.
Es mi manera de hacer un tributo a ese niño
El cruce en sí, no ha sido especialmente duro, dura ha sido la preparación de largos meses entrenamiento, han sido 8 meses en los que he dejado de lado muchas de mis otra aficiones para que esta llegara a buen puerto. Hemos entrenado prácticamente todos los días de la semana, nunca había preparado nada tan concienzudamente.
El cruce se ha de realizar cumpliendo un estricto protocolo, empezando por pedir permiso a capitanía marítima del estrecho, que ha de dar los pertinentes permisos para el cruce. También se han de pedir los visados a Marruecos ya que es a sus costas donde pretendemos llegar.
Dejame que te cuente cómo cruzar el estrecho de Gibraltar
El cruce empezó más o menos a las 9 de la mañana desde la Isla de Tarifa, teníamos que ser muy puntuales para aprovechar las mareas y las mejores corrientes, aunque como nos dijo el patrón del barco ‘esto hay que nadarlo y si vais por debajo de 3,5 km la hora hay que abortar’ la razón es que si el ritmo es muy bajo, las corrientes nos derivarían demasiado y saldrían más kms.
Con el fin de garantizar su seguridad en todo momento, irán acompañados por un barco-guía que se encargará de abrir camino y de leer las corrientes, a distancia máxima de 500 metros del nadador. Déjame que te cuente cómo cruzar el estrecho de Gibraltar
Esto hay que nadarlo y si vais por debajo de 3,5 km la hora hay que abortar
El plan era que teníamos que seguir un barco velero que era nuestro barco guía, en el iban Juan el patrón y Alejandro de la empresa Alavela, organizadora del evento. Además había una embarcación tipo zodiac que iría a todo el rato a nuestro lado para asistirnos de cualquier necesidad, en ella iba Filip el patrón y nuestros amigos Carlos y Alejandro. Se suponía que además iba otro barco con los familiares y amigos que irían apoyándonos.
Yo la verdad iba muy nervioso, los últimos días habían sido muy estresantes preparando todo. No me preocupaba mucho el nado, eran más los detalles de que todo saliera bien que otra cosa. Y hasta que no me tiré al agua no se me quitaron los nervios, aunque seguía pensando todo, para cumplir el horario, salimos solos y el barco del público no nos acompañó en la salida.
Así que saliendo desde la Isla de Tarifa nos pusimos a nadar mi compañero Victor y yo, a ritmo sin parar. Los primero kms para mi fueron de adaptación y no cogía el ritmo, pero Victor iba muy cómodo, no paramos hasta el primer avituallamiento. Vimos que íbamos muy bien, a más de 4km/h, eso nos tranquilizó, pero no nos relajó, teníamos muchos kms por delante.
Yo seguía preocupado, no dije nada, pero el barco con el público, después de una hora y media no había aparecido, así que además de nadar, mi cabeza estaba pensando en el otro barco. Desde luego esto no me ayudó a meterme en mi ritmo.
Tienes entre 300 y 900 metros de profundidad por debajo de ti
No fue hasta casi el tercer avituallamiento que aparecieron pero fue un subidón, saber que todo estaba ya funcionando según lo previsto me permitió centrarme en el cruce.
Los kms iban cayendo con facilidad, cada vez que hablábamos con el equipo de apoyo nos decían que íbamos muy bien, que por debajo del tiempo esperado, así que íbamos relajados y motivados.
Poco a poco íbamos avanzando y la verdad que bien, aunque en tantas horas siempre da tiempo a pensar en muchas cosas, sobre todo sabiendo que tienes entre 300 y 900 de profundidad por debajo de ti, pero no vimos nada, desde los barcos de apoyo si vieron de todo, pero en el agua no vimos ni un pececillo perdido.
Fue especial el paso del km 12, aunque ya estábamos bastante cerca, por la neblina de las costas no veíamos nada, parecía que estábamos perdidos en mitad del mar, pero desde el barco de asistencia nos dijeron que nos quedaban unos 5km, así que tuvimos un subidón, Victor hasta hizo unas brazadas a mariposa, pero pronto volvimos a nuestro ritmito.
Sin retos no habría emociones, y por tanto, sueños, y sería como estar muerto en vida
Fueron muy especiales los gritos de ánimo desde el barco del público, si nos parábamos a comer o si les hacíamos alguna señal, rápidamente animaban, fue muy bonito el tener a allí a tanta gente por nosotros.
Los últimos km, costaron un poco más, la corriente cambió e iba en contra, pero ya veíamos Tánger, las grúas del puerto y la montañita que debía de ser nuestra meta.
Cuando estábamos a unos 300m, nos paramos y tuvimos un momento de confusión, no sabíamos que hacer, pero nos dijeron que fuéramos a unas piedras que había más adelante y que ahí acabábamos, era la famosa punta Cires.
La llegada fue un poco confusa, realmente aquello son cuatro piedras y Victor quería que me pusiera de pie para darnos un abrazo, pero a mí me daba miedo hubiera algún erizo o bicho, así que como pudimos nos dimos un abrazo y de vuelta al barco.
Escrito por Antonio Luis Martin
Aquí mi libro “Subiendo España”, 52 historias despeinadas de trekking sobre un proyecto en montaña basado en hechos reales.