♣ Del Cantábrico al Atlántico ♣ Etapa 7 ♣ Hacia Cabo Ortegal: 23 kms
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Sinopsis: «Donde se cuentan cosas sobre el Kilómetro cero, del significado de los carteles direccionales, prosigue cuando las cosas se abandonan, y concluye en el Cabo Ortegal, donde se juntan dos mares, y posiblemente el centro de la tierra»
Kilómetro cero
Retomo el desayuno de galifornia. Esto es Ortigueira. En la mesa «El diario de Ferrol». Soy amante de los periódicos comarcales. Son de otra dimensión. Las noticias no dejan de sorprenderme. La vida tampoco. Es lo positivo. «El hombre al que liberaron de un anillo erótico utilizó el que más riesgo conlleva«. Lo más parecido a mi aventura es que los anillos son redondos. Creo que a veces doy vueltas sobre mí mismo. No acabo de cerrar círculos. Y vuelvo a la casilla de salida. Al kilómetro cero. Tras una hora andando, otro misterio del cuarto milenio, kilómetro 0,18. Si redondeamos es otro cero. Lo dicho. No cierro círculos pero me quedo próximo. Regresando al Kilómetro cero. Y de nuevo inicio camino al Cabo Ortegal.
Carteles direccionales
En cambio, hoy me toca andar por carretera. Las señales del Camino Natural del Cantábrico han llegado a su fin. Comienza una nueva aventura hasta Ferrol. No hay caminos alternativos. No hay trochas. El gps no aporta mejor opción. En la oficina de turismo me comentan que «está en desarrollo este tramo». Yo no veo restos de ningún desarrollo. Porque me zampo 15 kilómetros por carretera transitada, sí, repleta de coches. Las señales rojas y blancas son sustituidas por carteles direccionales. Mi primera impresión es que sí es el camino. A las dos horas, el kilómetro 2,27 me recuerda que sigo dando vueltas. Sin cerrar círculos. Sólo en dirección al Cabo Ortegal.
Cuando las cosas se abandonan
En mi camino de círculos van pasando cosas. Son cosas abandonadas. En nuestras vidas eso ocurre más veces de las que creemos. No queremos admitir que están abandonadas. Pero las mantenemos. Somos más felices así. La diferencia está entre abanadonar cosas y personas, y desecharlas, o en dejar abadonadas las cosas o personas, pero mantenerlas. Abandonar o dejar abandonar. Por ejemplo. Se me ocurren algunos casos. Un banco que nunca luchó por el ser mejor, sólo por pasar desapercibido. Un barco que sólo quería navegar pero se convirtió en el escenario de una película de ficción, sin agua de por medio. Y una casa que antes de cerrar la puerta ya quedó encerrada por sí misma. Dejarse abandonar es otro tema. Pero hoy no cerraré tampoco este círculo de microhistoria. Primero tengo que llegar al Cabo Ortegal.
Cabo Ortegal, el centro del mundo antiguo
Llego al punto de fusión. El cabo Ortegal. Donde “los geólogos cuentan que fue en algún momento el centro de la Tierra”. En el lugar que el Mar Cantábrico y el océano Atlántico se fusionan. Y chocan. A veces discuten. Recuerdan que un día se enamoraron. Y ahora conviven. Conversan. A veces se quieren. Como las parejas actuales. Se necesitan. Aquí moriría. Aunque el viento azota. recuerdo aquella canción. «Sé que aquí nací y aquí quiero quedar, aquí está mi hogar, donde se acaba el mar».
Faro de Cabo Ortegal
Y creo que un círculo se acaba de cerrar. Estoy en la punta de Ortegal. Kilómetro cero. Ahora sí. Un soplo de aire fresco. En el centro de la tierra. En el faro de Cabo Ortegal. Es el privilegiado que diariamente vigila esa relación de mares. Y me hago esas fotos de rigor. Ahora ya importa más lo que transmitimos que lo que vivimos. Lo que enseña ese móvil que lo que ven nuestros ojos. Lo reconozco. Soy uno de ellos. Soy partidario que compartir es multiplicar. Siempre en justa medida. Me despido del Cantábrico efusivamente, como bien se merece. Muchos días juntos. Puede que sea morriña. Ahora toca rozarme con el Atlántico hasta Ferrol. Y cerrar el círculo definitivo.Apago el móvil. Volveré sin compartir nada. Sólo hasta mañana.
En el próximo episodio, las aventuras nos llevarán hasta Cedeira, pero esta es una historia que deberá ser contada en otro momento.
Aquí mi libro “Subiendo España”, 52 historias despeinadas de trekking sobre un proyecto en montaña basado en hechos reales.
Escrito por Fernando Camacho
Colaborador: +8000